La llegada de nuevos modelos de teléfono móvil repercute en el precio del modelo precedente, pero la devaluación no es igual en un dispositivo Android que en uno iOS, ya que un gama alta con el sistema de Google puede ver su precio reducido el doble que un iPhone al cabo de un año desde su puesta a la venta. En teléfono iPhone pierde de media un 17% de su precio al año de su llegada al mercado, frente al 34% de un teléfono Android, según el análisis realizado el monitorizador de precios BankMyCell, sobre los dispositivos de gama alta, con un precio superior a los 700 euros. A los dos años, los dispositivos de esta franja pierden el 35,% (iOS) y el 61% (Android) de su precio inicial. La distancia se reduce, aunque ligeramente, a los cuatro años: un iPhone pierde el 66% de su valor mientras que un Android, el 81%. Esta tendencia se aprecia en dos dispositivos representativos de cada sistema operativo: iPhone 11 en iOS y Galaxy S20 en Android. El análisis recoge que, en tras nueve meses de su puesta a la venta, el móvil de Samsung ha perdido el 35% de su valor, frente al 13% del de Apple. En el caso de los dispositivos Android más económicos, que el análisis identifica con los que tienen un precio inicial de 350 dólares o inferior, la pérdida de valor al cabo de un año asciende a una media del 53%, del 74% a los dos años y del 95% a los cuatro. Por su parte, el modelo iPhone SE 2020 también pierde valor: a los ocho meses, la media se sitúa en un devaluación del 38%.
Estudian cómo desarrollar más seguridad basándose en los conductores de automóviles
Toyota Research Institute (TRI) y la Universidad de Stanford (Estados Unidos) están estudiando de forma conjunta cómo mejorar la seguridad de los automóviles, inspirándose en las habilidades de los conductores profesionales de drifting (sobreviraje) y combinando la tecnología de los vehículos autónomos con inteligencia artificial (IA). El objetivo es diseñar un nuevo nivel de tecnología de seguridad activa y compartirla de manera global para que Toyota y otros fabricantes de automóviles puedan implementarla en la ruta.
Chris Gerdes explicó que desde 2008 su laboratorio se inspira en los pilotos reales de autos de carreras para el diseño de algoritmos que permiten a los vehículos con un grado de conducción autónoma gestionar las emergencias más complejas. "Hay accidentes mortales de vehículos que resultan de situaciones extremas donde la mayoría de los conductores necesitarían habilidades sobrehumanas para evitar una colisión", destacó el investigador Gill Pratt. Agregó: "los conductores necesitan hacer maniobras que están más allá de sus habilidades y capacidad de control del vehículo. A través de este proyecto, Toyota quiere aprender de algunos de los conductores más cualificados del mundo para desarrollar sofisticados algoritmos de control que amplifiquen las habilidades de conducción humana y mantengan a las personas seguras”. Los resultados permitieron crear un sistema de gestión electrónica de pruebas capaz de controlar un vehículo de propulsión trasera derrapando, utilizando para ello los frenos, la dirección y la propia propulsión.
Microplásticos: cómo filtrarlos para descontaminar
Científicos franceses han desarrollado un proceso ectrolítico capaz de filtrar microplásticos en aguas residuales, que hasta ahora engrosan la presencia de este contaminante en el medio ambiente.
Estas pequeñas partículas de menos de cinco mm pueden provenir de nuestra ropa, normalmente en forma de microfibras. El profesor Patrick Drogui, que dirigió el estudio, señala que actualmente no existen métodos de degradación establecidos para manejar este contaminante durante el tratamiento de aguas residuales.
Algunas técnicas ya existen, pero a menudo implican la separación física como medio para filtrar los contaminantes. Estas tecnologías no las degradan, lo que requiere un trabajo adicional para gestionar las partículas separadas.
Por lo tanto, el equipo de investigación decidió degradar las partículas mediante oxidación electrolítica, un proceso que no requiere la adición de productos químicos. "Utilizando electrodos generamos radicales hidroxilo para atacar a los microplásticos. Este proceso es respetuoso con el medio ambiente porque los descompone en CO2 y moléculas de agua, que no son tóxicas para el ecosistema", explica el investigador. Los electrodos utilizados en este proceso son más caros que los electrodos de hierro o acero, que se degradan con el tiempo, pero se pueden reutilizar durante varios años.
El profesor Drogui prevé el uso de esta tecnología a la salida de las lavanderías comerciales, una fuente potencial de liberación de microplásticos al medio ambiente.
"Cuando esta agua de lavandería comercial llega a la planta de tratamiento de aguas residuales, se mezcla con grandes cantidades de agua, los contaminantes se diluyen y por lo tanto son más difíciles de degradar. A la inversa, al actuar en la fuente, es decir, en la lavandería, la concentración de los microplásticos son más elevados (por litro de agua), por lo que son más accesibles para la degradación electrolítica", explica.
Las pruebas de laboratorio realizadas en agua contaminada artificialmente con poliestireno mostraron una eficiencia de degradación del 89%. El equipo planea pasar a experimentos con agua real. "Esta contiene otros materiales que pueden afectar el proceso de degradación, como carbonatos y fosfatos”, subrayó Drogui.
Satélites cuentan animales: se emplean en paisajes geográficos complejos
Por primera vez, los científicos han utilizado con éxito cámaras satelitales junto con el aprendizaje profundo para contar animales en paisajes geográficos complejos. Para esta investigación, los satélites Worldview 3 y 4 utilizaron imágenes de alta resolución para capturar elefantes africanos moviéndose a través de bosques y pastizales.
El sistema automatizado detectó animales con la misma precisión que los humanos pueden lograr. El algoritmo que permitió el proceso de detección fue creado por la doctora Olga Isupova, científica informática de la Universidad de Bath. El proyecto fue una colaboración con la Universidad de Oxford y la Universidad de Twente en los Países Bajos.
Isupova dijo en un comunicado que la nueva técnica de topografía permite escanear vastas áreas de tierra en cuestión de minutos, ofreciendo una alternativa muy necesaria a los observadores humanos que cuentan animales individuales desde aviones en vuelo bajo.
A medida que recorre la tierra, un satélite puede recopilar más de 5.000 kilómetros cuadrados de imágenes en cuestión de minutos, lo que elimina el riesgo de contar dos veces. Cuando hay nubes, el proceso se puede repetir al día siguiente, en la próxima visita del satélite. La población de elefantes africanos se ha hundido durante el siglo pasado, principalmente debido a la caza furtiva y la fragmentación del hábitat.
Con aproximadamente 415.000 elefantes de la sabana africana en libertad, la especie está clasificada como en peligro de extinción. "El seguimiento preciso es esencial si queremos salvar la especie", dijo la Dra. Isupova. "Necesitamos saber dónde están los animales y cuántos hay".
El monitoreo por satélite elimina el riesgo de molestar a los animales durante la recolección de datos y asegura que los humanos no resulten lastimados en el proceso de conteo. También simplifica el recuento de animales que se mueven de un país a otro, ya que los satélites pueden orbitar el planeta sin tener en cuenta los controles fronterizos o los conflictos.
Este estudio no fue el primero en utilizar imágenes satelitales y algoritmos para monitorear especies, pero fue el primero en monitorear de manera confiable a los animales que se mueven a través de un paisaje heterogéneo.